La capital hondureña conmemoró este fin de semana sus 447 años de fundación con un carnaval lleno de color, música y tradición, que convirtió al bulevar Suyapa en el epicentro de una de las celebraciones más emblemáticas del país.
El programa incluyó desfiles de carrozas, actividades culturales, espectáculos artísticos y religiosos, ventas de gastronomía típica, así como conciertos con artistas nacionales e internacionales, que atrajeron a miles de capitalinos y visitantes de todo Honduras.
La jornada inició con el desfile principal encabezado por cadetes de la Academia Nacional de Policía (Anapo) y de la Academia Militar General Francisco Morazán, que dieron paso a coloridas carrozas, comparsas estudiantiles, exhibiciones de autos clásicos, motocicletas y el tradicional desfile hípico con caballos de pura raza.
Uno de los momentos más ovacionados fue la presentación de los Gigantones de Yuscarán, íconos de la cultura popular del oriente del país, que añadieron un toque pintoresco y festivo a la celebración.
Por primera vez en la historia del carnaval, Tegucigalpa disfrutó de un show de drones que iluminó el cielo con figuras alusivas a la capital y a la cultura hondureña, un espectáculo que cautivó a grandes y pequeños. A esta innovación se sumó el tradicional show de luces, que marcó el inicio de la fiesta nocturna en el corazón de la ciudad.
La música fue protagonista de la celebración con la participación de agrupaciones nacionales y artistas de renombre internacional. La jornada cerró con presentaciones estelares de Espinoza Paz y A.B. Quintanilla con Los Kumbia Kings, que hicieron vibrar a miles de asistentes. También se sumaron a la fiesta Kilómetro 7 y La Gran Banda, que pusieron a cantar y bailar al público hasta altas horas de la noche.
Para garantizar que la fiesta transcurriera en orden, las autoridades dispusieron de estacionamientos gratuitos y desplegaron un amplio operativo de seguridad. Esto permitió que familias enteras disfrutaran del carnaval en un ambiente de convivencia y alegría.
Más allá del espectáculo, el carnaval representó un impulso para la economía de la capital. Comerciantes, emprendedores y la industria gastronómica aprovecharon la masiva asistencia para ofrecer productos y platillos locales, fortaleciendo la derrama económica.
Las calles del bulevar Suyapa se transformaron en un mosaico de cultura, tradición y modernidad, confirmando que el carnaval capitalino fue más que una fiesta: un punto de encuentro donde Tegucigalpa reafirmó su identidad y proyectó su vitalidad hacia el futuro.