La Semana Morazánica transformó por un día el rostro de la capital hondureña. Este viernes, las calles de Tegucigalpa amanecieron despejadas, con un tránsito ligero que permitió a los pocos conductores recorrer la ciudad sin las acostumbradas filas y embotellamientos.
La masiva salida de capitalinos hacia destinos turísticos convirtió el sueño recurrente de una ciudad ordenada en una experiencia tangible: circular sin estrés y disfrutar de un entorno más sereno. “Así debería ser siempre”, comentaron algunos transeúntes que aprovecharon la calma para realizar diligencias pendientes.
El panorama limpio también llamó la atención. Pese al asueto, la Alcaldía Municipal del Distrito Central (AMDC) aseguró el cumplimiento del servicio de recolección de desechos en las colonias que estaban en turno. Desde tempranas horas, cuadrillas del tren de aseo recorrieron los sectores programados para evitar la acumulación de basura.
Aunque el sistema funciona de manera rotativa y no cubre a todos los barrios simultáneamente, los sectores incluidos en la jornada recibieron atención completa, lo que contribuyó a mantener calles despejadas y espacios más ordenados.
Por unas horas, la capital vivió lo que muchos califican como un anhelo casi utópico: una ciudad sin tráfico ni basura. El feriado morazánico se convirtió, al menos momentáneamente, en la oportunidad de ver a Tegucigalpa como pocos la recuerdan: tranquila, limpia y silenciosa.